Las leyes de pureza cubrían distintos frentes de la actividad y la realidad humana: vida y muerte; enfermedad; cuerpo y sexualidad; alimentos; culto al Señor. Pueden parecer disposiciones puramente caprichosas o incluso opresivas pero toda aquella legislación tenía un valor educativo que es necesario descubrir. Y además es bueno para nosotros ver cómo estas leyes tienen, más allá de sus prescripciones específicas, un valor también para el cristiano.