¿Vivimos guiados por el Espíritu Santo, o por la carne? Cuando soltamos los pequeños ídolos que nos alejan del amor soberano de Dios, podemos conocerlo más plenamente.
¿La vida se trata de tener un carro más grande, una casa más grande, un trabajo mejor pagado, o cosas por el estilo? ¿Qué buscamos hoy? ¿Cómo se alinean nuestras metas con los valores del reino?
Ya sea por tomar decisiones egoístas, o aún si no es nuestra culpa, a veces la vida toma giros y vueltas inesperados. La buena noticia es que a pesar de las circunstancias que enfrentamos, Dios está allí, ofreciendo su perdón, gracia, amor y presencia.
¿Está bien enojarnos por el pecado? ¡Sí! ¿Está bien dejar que esta ira gobierne en nosotros? ¡No! Si Dios gobierna en nuestros corazones, entonces la ira será un lugar que a veces visitamos, pero no una casa en la que habitamos.
¿Estamos mostrando un amor que es preferencial o condicional? ¿Hemos elegido amar a algunas personas, pero no a otras?
¿Estamos listos para caminar con Dios cuando el dolor es un compañero que no podemos tirar por la ventana?
Hay momentos en que simplemente tenemos que esperar en Dios a que él lleve a cabo sus planes y propósitos para nuestras vidas y las de las personas que amamos.
¿Has rendido toda tu vida a Cristo? ¿O todavía te aferras a una porción, que proteges cuidadosamente?
Dios nos ha equipado a cada uno de nosotros con lo que necesitamos para servir y amar. Todos estamos llamados a trabajar para el reino de Dios.
Dios ama y del amor fluye una hermosa gracia, disponible para el que la reciba. Ve y ama como Dios te ha llamado a hacer.
En la vida, Dios nos pide que confiemos en su amor. ¿Dónde están tus preocupaciones? ¿Cuáles son tus miedos? ¿Hay algo que dudes en entregar a Dios?
Mientras Dios envía un ángel para salvar al hijo de Abraham, los cielos permanecen en silencio mientras la lanza atraviesa el costado de Cristo en una cruz.
Incluso durante nuestro dolor, la fidelidad de Dios finalmente nos trae alegría.
La historia de Abraham y Sara nos recuerda que Dios está en control y que Dios está presente en toda nuestra historia. Podemos poner nuestra confianza en el tiempo perfecto de Dios para nuestras vidas.
Hay libertad en reconocer que Dios conoce cada detalle acerca de nosotros. Dios está presente, aun cuando está lejos de nuestros pensamientos y también cuando nos acercamos en la desesperación.
El salmista nos revela el secreto de una vida bendecida: la búsqueda de la felicidad divina.
¡Qué equivocados estamos para pensar que podemos tomar el regalo de Dios al mundo, la salvación, un regalo prometido de antemano a Abraham hace tantos años, y tratar de convertirlo en una recompensa que posiblemente podríamos merecer a través de nuestros propios esfuerzos!
Tomemos un tiempo para alabar a Dios por la relación de pacto que Él nos permite hoy.
Sin duda, Dios está listo y dispuesto a revelarse a cada uno de nosotros. Pasa tiempo con el Señor y busca Su rostro.
Dios no nos abandonaría. Dios permanecería fiel a su juramento.
Qué fácil es para nuestra fe flaquear frente a los obstáculos de la vida. Cuán misericordioso es el Señor cuando nos encuentra sumergidos en nuestras dudas.
¿Las palabras que dices guían a la gente a Jesús? ¿A quién te está pidiendo Dios que bendigas hoy? ¡Transmitamos la bendición!
Al bendecir a nuestros enemigos, estamos compartiendo la bendición que Dios nos ha dado, que se encuentra en la cruz de Jesucristo.
La salvación a través de Jesús, es la promesa que Dios ha guardado para todos. En Cristo, experimentamos la promesa de Dios a Abraham.
Dios nos llama y nos envía al mundo para bendecir a los demás. ¿Estamos dispuestos a dejar lo que es cómodo para ser una bendición para los demás?
Moisés le dijo a Josué que recordara la fuente de sus bendiciones, para que no olvidara que Dios los bendijo para bendecir a los demás. Adorar a Dios, a través de la lectura de las Escrituras, nos recuerda que él es la fuente de nuestras bendiciones.
¿Reconozco las bendiciones que Dios me ha dado? ¿Estoy dispuesto a bendecir a aquellos que son crueles conmigo?
Tenemos la bendición de ser una bendición para los demás. Entonces, al contar mis bendiciones, necesito preguntarle a Dios a quién debo bendecir con todo lo que se me ha dado.
En Apocalipsis 22:1-7 nos dice que el cielo es un lugar glorioso, pero la mejor parte es que veremos Su rostro. ¡Finalmente podremos ver a Cristo cara a cara!
La bendición que tenemos además de la promesa de un hogar después de la muerte, es el gozo de estar y vivir aquí y ahora como hijos de Dios.