

13 14 15 16 19 20 21 22 23 25 26 NÚMEROS 23:13-16 / 19-23 / 25-26


NÚMEROS 23:3-5 / 8-9 / 11-12 ¿Alguna vez has querido mover un camión de carga con un sólo dedo? O ¿Qué tal saltar el crater de un volcán de un sólo impulso? O quizá correr a la velocidad de la luz? No? Lo más probable es que tu respuesta a todas estas afirmaciones sean negativas, porque sencillamente son imposibles. No tiene el más mínimo sentido intentarlo. De la misma forma, no tiene el más mínimo sentido intentar maldecir lo que Dios ya bendijo. Es imposible cambiar, quitar o cancelar lo que Dios ya determinó en su soberano plan.


“36 Oyendo Balac que Balaam venía, salió a recibirlo a la ciudad de Moab, que está junto al límite de Arnón, que está al extremo de su territorio. 37 Y Balac dijo a Balaam: ¿No envié yo a llamarte? ¿Por qué no has venido a mí? ¿No puedo yo honrarte? 38 Balaam respondió a Balac: He aquí yo he venido a ti; mas ¿podré ahora hablar alguna cosa? La palabra que Dios pusiere en mi boca, esa hablaré. 39 Y fue Balaam con Balac, y vinieron a Quiriat-huzot. 40 Y Balac hizo matar bueyes y ovejas, y envió a Balaam, y a los príncipes que estaban con él.” NÚMEROS 22:36-40 En la vida, muchas veces vamos a enfrentar situaciones incomodas o dificiles. Situaciones en las que sera dificil saber que palabras decir, o como responder, sobre todo cuando nuestras convicciones se ven confrontadas por nuestras conveniencias. En la lectura del dia de hoy, Balaam se vio en una de esas situaciones, cuando el rey Balac lo confronto por no haber respondido inmediatamente de manera positiva a su convocatoria. Cuando Balac le dijo en el versiculo 37, “no envie yo a llamarte?” En cierta manera estaba cuestionando que Balaam no tomo en cuenta que era un rey el que lo estaba llamando, y no un cualquiera, ninguneando su autoridad, su influencia o poderio terrenal.


NÚMEROS 22:31-35 ¿Algunas veces has pensado que harías las cosas del pasado diferentes si hubieras sabido en ese entonces lo que sabes ahora? Por ejemplo, muchas veces cargamos con consecuencias por actuar impulsivamente, sin pararnos a pensar, a orar o a observar cuidadosamente lo que pasa a nuestro alrededor, llevándonos así a sufrimientos que nos pudiésemos habido ahorrar. Algo similar le pasó a Balaam en la porción que leemos para la meditación de este día. En vez de haber parado en su camino cuando el asna empezó a actuar erráticamente, para poner atención a lo que estaba sucediendo; para orar a Dios y pedirle claridad en su mente y en su mirada sobre lo que estaba sucediendo, azotó más y más fuerte al asna, queriendo forzar su avance. Su mirada estaba tan desviada o sesgada, que hasta empezó a hablar con el asna como si fuera algo de lo más normal, en vez de procurar hablar con Dios para comprender lo extraño de los acontecimientos. No fue sino hasta que Dios abrió los ojos de Balaam, que éste pudo ver y comprender lo perverso de su caminar, y el por qué se estaba encontrando con tanta resistencia en su camino.


“21 Así Balaam se levantó por la mañana, y enalbardó su asna y fue con los príncipes de Moab. 22 Y la ira de Dios se encendió porque él iba; y el ángel de Jehová se puso en el camino por adversario suyo. Iba, pues, él montado sobre su asna, y con él dos criados suyos. 23 Y el asna vio al ángel de Jehová, que estaba en el camino con su espada desnuda en su mano; y se apartó el asna del camino, e iba por el campo. Entonces azotó Balaam al asna para hacerla volver al camino. 24 Pero el ángel de Jehová se puso en una senda de viñas que tenía pared a un lado y pared al otro. 25 Y viendo el asna al ángel de Jehová, se pegó a la pared, y apretó contra la pared el pie de Balaam; y él volvió a azotarla. 26 Y el ángel de Jehová pasó más allá, y se puso en una angostura donde no había camino para apartarse ni a derecha ni a izquierda. 27 Y viendo el asna al ángel de Jehová, se echó debajo de Balaam; y Balaam se enojó y azotó al asna con un palo. 28 Entonces Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces? 29 Y Balaam respondió al asna: Porque te has burlado de mí. ¡Ojalá tuviera espada en mi mano, que ahora te mataría! 30 Y el asna dijo a Balaam: ¿No soy yo tu asna? Sobre mí has cabalgado desde que tú me tienes hasta este día; ¿he acostumbrado hacerlo así contigo? Y él respondió: No.” Números 22:21-30 Si has venido prestando atención, habrás notado que la lectura de hoy es la misma del devocional anterior. Y es que en esa porción hay otra gran lección sobre dónde ponemos nuestra mirada, y que resulta clave que la podamos observar en este día. En esta porción, el Señor ya nos mostró que hasta un animalito como el asna de Balaam pudo tener más sensibilidad al mundo espiritual, de forma que ésta pudo percibir al ángel de Jehová que estaba en su camino, mientras la mirada de Balaam estaba completamente cegada. Sin embargo, del asna también podemos aprender otra cosa que les quiero plantear en forma de una pregunta: ¿Qué hacemos una vez que logramos percibir el mundo espiritual?


NÚMEROS 22:21-30 El mundo espiritual es muy real, pero nuestros ojos humanos la mayoría de las veces no lo logran percibir. Nuestra mirada generalmente está sintonizada únicamente para discernir esta dimensión material en la que vivimos, pero más allá de eso hay una dimensión espiritual que sólo podemos percibir con la ayuda de Dios. En un sentido, se podría decir que nuestra rebeldía natural en contra de Dios y su palabra es la manifestación de esa ceguera espiritual de la que hemos venido hablando. No obstante, el hecho de que nos opongamos a ver la dimensión espiritual, no quiere decir que no se encuentre ahí, y que afecte nuestro mundo material.


NÚMEROS 22:15-20 Pocas cosas pueden cegar la vista y el corazón del hombre como las riquezas terrenales. Desde la persona que se encuentra en una posición económica precaria, hasta la que es muy privilegiada económicamente, todas y todos somos vulnerables a ser cegados por la codicia o el amor al dinero. De hecho, en mi país hay un dicho que resume esta vulnerabilidad de una manera muy simple: “en arca abierta, hasta el justo peca”. De hecho, el amor al dinero es tan peligroso que puede hacer que la mirada de las personas esté encadenada a los placeres y metas terrenales, cegándonos por completo en cuanto a los tesoros celestiales, que son mucho más importantes y cuyo valor es eterno, como lo dice Lucas 12:15-21


NÚMEROS 22:5-14 Uno de los principios de la investigación científica es la observación. Se dice que todo aquello que es observable y medible, pasa de un plano subjetivo a uno objetivo, y por tanto puede moverse de ser una mera hipótesis a un hecho comprobable. No obstante, y como hemos venido aprendiendo a través de esta serie de devocionales, hasta nuestros mismos ojos nos pueden engañar. Nuestra visión humana es limitada y engañosa. En la lectura de hoy, seguimos encontrando una serie de principios que nos ayudarán a enfocar mejor nuestra mirada para poder caminar por esta vida con un paso más seguro.


NÚMEROS 22:1-4 Una de las experiencias más extraordinarias de vivir con Dios y para Dios es la de vivir por fe, y no por vista. En 2 CORINTIOS 5:6-7 dice: En este sentido, caminar con Cristo implica dar pasos en esta vida sobre una superficie invisible al ojo humano, pero que se puede discernir completamente cuando se ve a través del ojo de la fe. En nuestra lectura de hoy, aprendemos sobre un rey cuya mirada carecía del filtro de la fe, y cuya vista únicamente podía percibir lo terrenal.


NÚMEROS 21:4-9 Seguramente habrás escuchado o leído la frase “Somos lo que comemos”, una expresión cuyo mensaje indica que aquello que consumimos determinará en gran medida nuestro estado físico o nuestro estado de salud. No obstante, la acción de consumir no es realizada únicamente mediante la vía oral, sino que también consumimos todo aquello que vemos y oímos. Nuestros ojos y oídos también son vías importantes que moldean lo que somos. En nuestra lectura de hoy vemos una historia interesante donde la vida misma de los israelitas dependía de dónde ponían su mirada.


NÚMEROS 20:14-21 Una de las bendiciones más hermosas de Dios a la vida del ser humano es la familia. Cuando nacemos estamos inmediatamente ligados mediante hilos biológicos a una red familiar que nos sirve de apoyo para crecer y desarrollarnos adecuadamente. No obstante, ese espacio seguro de la familia muchas veces, y producto del pecado, también se vuelve en nuestra contra. Es decir, que la familia también puede volverse disfuncional, llena de conflictos, y un espacio donde fácilmente podemos ser lastimados. En nuestra lectura de hoy podemos ver una situación similar, donde el pueblo de Israel, que estaba emparentado biológicamente con el pueblo de Edom entraron en un conflicto.


NÚMEROS 20:9-12 Una de las obras más maravillosas de Dios al habernos creado fue habernos dotado de una variedad de emociones. Qué monótona sería la vida si no pudiéramos experimentar el la alegría, el suspenso, la sorpresa, el asombro, la confusión, la diversión, etc. Todas esas emociones son un regalo de Dios porque están impregnadas en nuestra alma, y nos diferencia como seres únicos en la creación, pero como ha sucedido desde que Adán y Eva pecaran, todas esas bendiciones de Dios, se han venido corrompiendo por nuestra propia rebeldía. Es por esa corrupción de nuestra alma que muchas veces las emociones toman control de nosotros, y actuamos impulsivamente, llevándonos a pecar contra Dios. En nuestra lectura de este día, vemos cómo a Moisés le ganaron sus emociones, y éstas le llevaron a pecar contra Dios al punto de que su desobediencia le costó la entrada a la tierra prometida.


NÚMEROS 20:7 El agua es uno de los elementos que más simbolismos tiene en la Biblia. La semana pasada vimos como el agua representaba para los israelitas ese medio para la purificación de aquel que se contaminaba con algún cadaver, y en esta ocasión, a partir de la lectura que acabamos de hacer, la figura de agua de la roca tiene una representación particular que nos apunta a Cristo y Su palabra.


NÚMEROS 19:11-13 Una de las principales lecciones que dejó la pandemia del coronavirus alrededor del mundo fue la importancia de lavarse la manos regularmente, y de forma correcta. En ese momento empezó a emerger una campaña constante para hacernos conciencia de que al realizar ese sencillo acto correctamente, podía prevenir cientos de contagios, y salvar miles de vidas. Y es que efectivamente, más allá del contexto de una pandemia global, la higiene y la limpieza son fundamentales en nuestro diario vivir. De hecho, y como acabamos de ver en nuestra lectura inicial, eran tan fundamentales para los israelitas, que la purificación jugaba un rol central en cuanto a su capacidad de integración a la comunidad, y en cuanto a su aceptación por parte de Dios mismo. ¿A qué me refiero con esto? Como pudimos observar en nuestra lectura inicial, si la persona no se purificaba luego de haber tocado un cadáver, ésta se volvía inmunda, y contaminaba no sólo el tabernáculo de Dios, sino que se volvía un foco de contagio para todo el pueblo de Israel, por lo que era sentenciada a ser cortada o excluída del campamento.


NÚMEROS 18:29 ¿Te has preguntado alguna vez por qué los seres humanos no somos naturalmente dadivosos? ¿Por qué nos cuesta dar libremente o sin esperar nada a cambio? ¿Por qué cuando damos, damos muchas veces aquello que ya no queremos, o que ya no nos es útil? ¿Por qué naturalmente no procuramos dar lo mejor, sino lo mediocre, o lo peor? Estas son preguntas que personalmente yo me he hecho muchas veces, porque muchas veces batallo con ser una persona dadivosa. Dar alegremente y con liberalidad no es sencillo, pero como vemos en nuestra devocional de hoy, es un área en la que Dios quiere que crezcamos.


NÚMEROS 18:8-9 Desde el principio de la creación el diablo siempre ha querido echar a perder la obra de Dios. Eso es parte de la guerra espiritual en la que vivimos día a día. Una expresión de esa guerra espiritual que podemos ver a menudo es la del amor al dinero más que el amor a Dios. Éste mundo ha contaminado la mente humana haciéndonos pensar que lo material es más importante que lo espiritual, y eso también ha afectado seriamente a las iglesias y sus líderes.


NÚMEROS 18:1-7 Servir a los demás no es una carga, ni una obligación, sino un privilegio y un regalo de Dios. De hecho, la palabra “don” que es como Dios mismo describe el servicio, se puede traducir literalmente como PRESENTE o REGALO. En la porción que acabamos de leer, continuando con esta serie de devocionales en el libro de Números, podemos ver claramente un par de principios de éste regalo que Dios nos da, como lo es el servicio.


NÚMEROS 17:1-9 Existe un proverbio popular que dice “el árbol que da frutos, no puede evitar el ser apedreado”, y lo mismo podría decirse de las plantas: “planta que da flores, no puede evitar que se las corten”. ¿Cuál es el significado de estos dichos o proverbios populares? Que en la medida que como seres humanos produzcamos algo, o sobresalgamos en ciertas áreas, no podemos evitar el recibir ataques de otros que quieran echar por el suelo eso que se ha producido o arrebatarlo por la fuerza.


NÚMEROS 16:41-50 La terquedad puede ser una gran cualidad o un enorme defecto. Una persona terca, según el diccionario Oxford, es alguien Que se mantiene firme o inamovible en su actitud, aunque se le den razones en contra o se le intente convencer para hacer otra cosa. En este sentido, la terquedad puede ser cualidad cuando por ejemplo ante una situación difícil o retadora, la persona se aferra a su terquedad para seguir intentándolo. No se da por vencida. Pero igualmente puede ser un enorme defecto, cuando aplicamos esa misma terquedad para hacer lo malo. En este caso la persona es aquella que no acepta corrección o consejo alguno, y se aferra a seguir cometiendo actos de maldad.


NÚMEROS 16:1-3, 25-26 & 31-35 El ser humano siempre ha estado hambriento de poder. Desde la creación misma, hemos podido vislumbrar en la naturaleza humana ese deseo por dominar, por sobresalir y querer estar en control de las cosas. Fue por ese deseo de poder que la serpiente tentó a Eva en el jardín, quien cedió a la tentación por querer ser como Dios (Génesis 3:1-5); fue ese mismo deseo de poder el que llevó a Caín a matar a su propio hermano Abel, ya que de esa manera estaba eliminando la competencia en cuanto a las ofrendas que se hacían a Dios (Génesis 4:1-8); y por ese deseo de poder los Fariseos crucificaron a Jesús, ya que lo vieron como una amenaza al sistema religioso que ellos habían construído.


NÚMEROS 15:37-40 Ser olvidadizo es un problema significativo. Casi de manera generalizada lo vemos como algo menor, o no le damos mucha importancia, pero en muchas ocaciones hay serias consecuencias cuando olvidamos ciertas cosas importantes. Para tratar de disminuir o superar las limitaciones de nuestra propia memoria, como seres humanos hemos desarrollado una serie de recursos que nos ayuden a recordar eso que no nos podemos dar el lujo de olvidar; y que van desde los más básicos como los famosos stickie notes o notitas que podemos pegar en lugares visibles, hasta los más avanzados, como aplicaciones que se pueden instalar en el celular y nos mandan distintas notificaciones. Precisamente, uno de esos recursos que Dios le dio al pueblo de Israel para que no olvidaran lo más importante, que era obedecer Sus mandamientos, fueron los cordones violeta de los que leímos en la porción de hoy.


NÚMEROS 15:27-31 Esta lectura que acabamos de hacer es bastante interesante porque no sólo nos muestra que el pecado, sin importar cuál haya sido la intención de la persona al cometerlo, siempre tiene consecuencias, sino que básicamene refleja la relación del ser humano con su propia naturaleza de pecado.


NÚMEROS 15:17-21 Una de las verdades más hermosas de caminar con Jesucristo como Señor de nuestra vida, es tener la absoluta certeza de que Su palabra es una garantía para nuestra vida. Cada palabra que podemos leer en la Biblia se ha cumplido, se sigue cumpliendo o se cumplirá. En la porción que acabamos de leer, podríamos pensar que Dios está dando otro mandamiento o instrucción al pueblo de Israel, pero si observamos con atención, resaltan mucho más una serie de garantías que les está declarando.


39 Y Moisés dijo estas cosas a todos los hijos de Israel, y el pueblo se enlutó mucho. 40 Y se levantaron por la mañana y subieron a la cumbre del monte, diciendo: Henos aquí para subir al lugar del cual ha hablado Jehová; porque hemos pecado. 41 Y dijo Moisés: ¿Por qué quebrantáis el mandamiento de Jehová? Esto tampoco os saldrá bien. 42 No subáis, porque Jehová no está en medio de vosotros, no seáis heridos delante de vuestros enemigos. 43 Porque el amalecita y el cananeo están allí delante de vosotros, y caeréis a espada; pues por cuanto os habéis negado a seguir a Jehová, por eso no estará Jehová con vosotros. Números 14:39-43 Después de que haber recibido la sentencia definitiva por su desobediencia - que básicamente consistió en la imposibilidad de entrar en la tierra prometida - el pueblo hizo un amago de arrepentimiento delante de Dios, pero como podemos ver en la lectura de hoy, ese arrepentimiento nunca fue genuino, sino que en esencia era el mismo comportamiento rebelde que ponía la voluntad humana por encima de la voluntad de Dios. ¿Pero por qué ese aparente deseo de ponerse a cuentas con Dios que podemos leer en el versículo 40, es en realidad un acto de rebeldía?


20 Entonces Jehová dijo: Yo lo he perdonado conforme a tu dicho. 21 Mas tan ciertamente como vivo yo, y mi gloria llena toda la tierra, 22 todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz, 23 no verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá. 24 Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión. Números 14:21-24 En nuestra porción de hoy, podemos ver otro ejemplo o perspectiva de cómo se imparten estos dos atributos sobre el ser humano, y qué consecuencias tienen cada uno de ellos. Los versículos 20 al 24 muestran a Dios impartiendo Su justicia sobre todos los israelitas que se quejaron contra Él, y que le irritaron con su incredulidad. Recordemos que la sentencia inicial que Dios había determinado en Números 14:12 era la muerte, y que le había ofrecido a Moisés ponerlo sobre otra gente más grande y más fuerte. Es decir, hacer literalmente un borrón de todo el pueblo y cuenta nueva con otras personas. Sin embargo, a través de la intercesión de Moisés (que es una figura de Cristo), Dios aplacó su ira, y les perdonó la vida (mostrando así su amor), como lo podemos leer en Números 14:20.


11 y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? 12 Yo los heriré de mortandad y los destruiré, y a ti te pondré sobre gente más grande y más fuerte que ellos. 13 Pero Moisés respondió a Jehová: 17 Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo hablaste, diciendo: 18 Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos. 19 Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí. 20 Entonces Jehová dijo: Yo lo he perdonado conforme a tu dicho. Números 14:11-13 // 17-20 Dios tiene muchos atributos. Quizá el más conocido es el amor, ya que la frase “Dios es amor” es bastante popular. Tanto así, que nuestra mente muchas veces no puede concebir la idea de un Dios airado, molesto y dispuesto a dejar caer todo el peso de su castigo sobre nosotros y nuestro pecado, pero resulta que Dios tiene otro atributo que pasamos por alto, y que precisamente es lo que lo mueve a mostrarse de esa forma: Su justicia.


"Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos, y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis. Entonces toda la multitud habló de apedrearlos. Pero la gloria de Jehová se mostró en el tabernáculo de reunión a todos los hijos de Israel," Números 14:6-10 El devocional de hoy es una continuación al libro de Números, en el que estábamos meditando antes de hacer el paréntesis de la serio que tuvimos en el fruto del Espíritu, así que para que le puedas sacar mejor provecho, te sugiero que escuches el episodio 32 (EP32), titulado “palabras de desaliento.” Al igual que la situación enfrentada por Josué y Caleb, en este mundo enfrentamos una avalancha de discursos negativos, desalentadores, cargados de maldad, odio y abierta blasfemia en contra de Dios, pero para el hijo de Dios, la respuesta también sigue siendo la misma: “Con nosotros está Jehová, no temáis”.


Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5:22-23 El día de hoy llegamos al final de nuestra serie en el fruto del Espíritu, con este último, pero no por eso menos importante fruto, que es el de la templanza. Nuevamente, quizá en nuestro español contemporáneo casi no se utiliza mucho esta palabra, y por ello puede que su significado no sea tan evidente a primera vista, pero una vez que nos vamos a su raíz griega, se hace más fácil entender de qué se trata este fruto.


Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, MANSEDUMBRE, templanza; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5:22-23 Una de las virtudes o frutos del Espíritu que más cuesta entender a primera instancia, es el de la mansedumbre. Quizá por su raíz, podríamos inferir que tiene que ver en alguna manera con la capacidad de ser mansos, pero va mucho más allá que eso.


Todos tenemos fe. En algo, en alguien, o en alguna circunstancia. Sin embargo, no todos tenemos esa fe salvadora en Jesucristo, que sólo Dios nos puede ofrecer como un regalo. Y tu, ¿ya recibiste ese regalo?