

La psicoterapia es un proceso que cambia la manera en que uno se ve así mismo. En el mejor de los casos, este "nuevo" yo es un concepto más benévolo de uno mismo, pero no se puede esperar que la psicoterapia establezca lo que es real. Ésa no es su función. Si consigue abrirle paso a la realidad, ya ha logrado el máximo éxito posible.


Dicho llanamente, el propósito de la psicoterapia es eliminar los obstáculos a la verdad. Su finalidad es ayudar a abandonar su sistema fijo de creencias ilusorias, y a empezar a reconsiderar la falsa relación de causa y efecto sobre la que descansa dicho sistema. Nadie en este mundo se escapa del miedo, pero todo el mundo puede reconsiderar sus causas y aprender a evaluarlas correctamente.


Una ampliación de los principios de UN CURSO SE MILAGROS . Puesto que la mente es lo único que puede enfermar, es así mismo lo único que puede ser sanado.


No olvides que una vez que esta jornada ha comenzado, el final es seguro. Las dudas te asaltarán una y otra vez a lo largo del camino, y luego se aplacarán sólo para volver a surgir. El final, no obstante, es indudable. Nadie puede dejar de hacer lo que Dios le ha encomendado que haga. Cuando te olvides de esto, recuerda que caminas a Su lado, con Su Palabra impresa en tu corazón.


Al Espíritu Santo se le describe como el último vínculo de comunicación que queda entre Dios y Sus Hijos separados. A fin de llevar a cabo esta función especial, Él ha asumido una doble función. Goza de conocimiento porque es parte de Dios; percibe porque fue enviado para salvar a la humanidad. Él es el gran principio corrector, el portador de la verdadera percepción, el poder intrínseco de la visión de Cristo. Él es la luz en la que se percibe el mundo perdonado, en el que solamente puede verse la faz de Cristo. Él nunca se olvida del Creador ni de Su Creación. Él nunca se olvida del Hijo de Dios. Él nunca se olvida de ti. Te brinda el Amor de tu Padre en un eterno resplandor que nunca será extinguido porque Dios Mismo lo depositó ahí. El Espíritu Santo mora en la parte de tu mente que es parte de la Mente de Cristo.


No necesitas ayuda para entrar en el Cielo, pues jamás te ausentaste de él. Pero sí necesitas una ayuda que proceda de más allá de ti, pues te encuentras limitado por falsas creencias con respecto a tu Identidad, la cual sólo Dios estableció en la realidad. Los ayudantes que se te proveen varían de forma, aunque ante el altar son uno solo. Más allá de cada uno de ellos se encuentra un Pensamiento de Dios, y esto jamás ha de cambiar. Pero sus nombre difieren por un tiempo, puesto que el tiempo necesita símbolos, siendo de por sí irreal. Sus nombres son legión, pero no nos extenderemos más allá de los nombres que el curso en sí emplea. Dios no provee ayuda, pues no sabe de necesidades. Sin embargo, Él crea todos los Ayudantes que Su Hijo pueda necesitar, mientras éste siga creyendo que sus fantasías son reales. Dale gracias a Dios por ellos, pues son quienes te conducirán de regreso a su hogar.


El conocimiento no es el remedio para la percepción falsa, puesto que al proceder de distintos niveles, jamás puede encontrarse. La única corrección posible para la percepción falsa es la percepción verdadera. Ésta no perdurará. Pero mientras dure, su propósito será sanar. La percepción verdadera es un remedio que se conoce con muchos nombres. El perdón, la salvación, la Expiación y la percepción verdadera son todos una misma cosa Son el comienzo de un proceso cuyo fin es conducir a la Unicidad* que los trasciende a todos. La percepción verdadera es el medio por el que se salva al mundo de las garras del pecado, pues el pecado no existe. Y esto es lo que la percepción verdadera ve.


Al perdón podría considerársele una clase de ficción feliz: una manera en la que nos que no saben pueden salvar la brecha entre su percepción y la verdad. No pueden pasar directamente de la percepción al conocimiento porque no creen que ésa sea su voluntad. Esto hace que Dios parezca ser un enemigo en lugar de lo que realmente es. Y es precisamente esta percepción demente la que hace que no estén dispuestos simplemente ascender y retornar a Él en paz.


¿ Qué es el ego? El ego no es nada, pero se manifiesta de tal forma que parece ser algo. En un mundo de formas no se puede negar al ego, pues sólo él parece ser real. Más ¿podría el Hijo de Dios tal como su Padre lo creó morar en una forma o en un mundo de formas? Si alguien te pide que definas al ego y expliques cómo se originó, es porque cree que el ego es real e intenta, por definición, asegurarse de que su naturaleza ilusiva quede oculta tras las palabras que parecen otorgarle realidad.


La única libertad que aún nos queda en este mundo es la libertad de elegir, y la elección es siempre entre dos alternativas o dos voces. La Voluntad no está involucrada en la percepción a ningún nivel, y no tiene nada que ver con el proceso de elegir. La conciencia tiene niveles y puede cambiar drásticamente de uno a otro, pero no puede trascender el dominio de lo perceptual. En su nivel más elevado, se vuelve consciente del mundo real, y puede ser entrenada otra hacer eso cada vez con mayor frecuencia. Sin embargo, el hecho mismo de que tenga niveles y de que pueda ser entrenada demuestra que no puede alcanzar el conocimiento.


Este curso opera dentro del marcó de referencia del ego, pues ahí es donde se necesita. No se preocupa de lo que está más allá de todo error, ya que está planeado únicamente para fijar el rumbo en dirección a ello. Por lo tanto, se vale de palabras, las cuales son simbólicas y no pueden expresar lo que se encuentra más allá de todo símbolo. El ego es el único que pregunta, puesto que es el único que duda. El curso simplemente ofrece otra respuesta, una vez que se ha planteado una pregunta. Dicha respuesta, no obstante, no recurre a la inventiva o al ingenio. Ésos son atributos del ego. EL CURSO ES SIMPLE. Tiene una sola función y una sola meta. Sólo en eso es totalmente consistente, pues sólo eso puede ser consistente.


¿ Qué es mejor para unos y que es mejor para otros? ¿Quién sacaría mayor provecho de rezar solamente? ¿ Quién necesita tan sólo una sonrisa, al no estar aún listo para nada más? Nadie debe tratar de responder a estas preguntas por su cuenta. Es indudable que ningún maestro de Dios ha llegado hasta este punto sin haberse dado cuenta de esto. El programa de estudios es sumamente individualizado, y todos sus aspectos están bajo el cuidado y la dirección especial del Espíritu Santo. Pregunta y Él te contestará. Ésa es Su responsabilidad, y solo Él está capacitado para asumirla. Responder es Su función. Dirigirle a Él tus preguntas es la tuya. ¿Querrías ser responsable de decisiones sobre cuyos antecedentes entiendes tan tan poco? Alégrate de tener un Maestro que no puede equivocarse. Sus respuestas son siempre acertadas ¿Podrías tú decir lo mismo de las tuyas?


La resurrección, dicho llanamente, es la superación de la muerte o el triunfo sobre ella. Es un redespertar o renacimiento; un cambio de parecer con respecto al significado del mundo. Es la aceptación de la interpretación del Espíritu Santo con respecto al propósito del mundo; la aceptación de la Expiación en uno mismo. Es el fin de los sueños de aflicción y la jubilosa conciencia del sueño final del Espíritu Santo. Es el reconocimiento de los dones de Dios. Es el sueño en el que el cuerpo opera perfectamente al no tener otra función que la de ser un medio de comunicación. Es la lección con la que concluye el aprendizaje, pues con ella se consuma y se transciende. Es la invitación a que Dios dé el paso final. Es el abandono de cualquier otro propósito, cualquier otro interés, cualquier otro deseo o cualquier otro empeño. Es el deseo único de estar con el Padre que tiene Su Hijo.


Maestro de Dios, tu única tarea puede definirse de la siguiente manera: no hagas ningún trato en el que la muerte sea parte integrante de él. No creas en la crueldad, ni permitas que el ataque oculte la verdad de ti. Lo que parece morir, tan sólo se ha percibido incorrectamente y se ha llevado al campo de las ilusiones. De ahí que tu tarea sea ahora permitir que las ilusiones sean llevadas ante la verdad. Mantente firme sólo en esto: no te dejes engañar por la "realidad" de ninguna forma cambiante. La verdad no cambia ni fluctúa, ni sucumbe ante la muerte o ante la destrucción. ¿Y cuál es el final de la muerte? Nada más que esto: el reconocimiento de que el Hijo de Dios es inocente ahora y siempre. Nada más que eso. Pero no olvides que tampoco es menos.


Sin duda alguna, pues no hay ninguna distancia entre Él y Su Hijo. Su conciencia se encuentra en la memoria de todo el mundo y Su Palabra está impresa en el corazón de todos. No obstante, dicha conciencia y dicha memoria sólo podrán traspasar el umbral del reconocimiento cuando se hayan eliminado todos los obstáculos que se oponen a la verdad. Mas ¿para cuántos es éste el caso? De ahí que los maestros de Dios sean necesarios. Y aunque éstos no han alcanzado todavía el entendimiento necesario, se han unido a otros. Esto es lo que los diferencia del resto del mundo. Y esto es lo que permite que otros abandonen el mundo con ellos. Solos no son nada. Pero en su unión reside el Poder de Dios.


Ciertamente hay muchos poderes psíquicos que están claramente de acuerdo con los postulados de este curso. La comunicación no se limita únicamente a la reducida gama de canales que el mundo reconoce. Si así fuese, no tendría objeto tratar de enseñar la salvación. Sería imposible hacerlo. Los límites que el mundo le impone a la comunicación son los mayores obstáculos para una experiencia directa del Espíritu Santo, Quien siempre está aquí y Cuya Voz está siempre presta a ser oída. Estos límites se establecen por miedo, pues sin ellos las paredes que circundan todos los lugares separados del mundo se derrumbarían ante el santo sonido de Su Voz. Aquel que de alguna manera transciende estos límites, está simplemente volviéndose más natural. No está haciendo nada especial, y no hay nada mágico en sus logros.


La reencarnación no sería, en ningún caso, el problema con el que hay que lidiar ahora. Si la reencarnación fuese responsable de algunas de las dificultades a las que el individuo se enfrenta ahora, la única tarea de éste seguiría siendo la de escapar de ellas ahora. Si lo que estás siendo es sentando las bases para una vida futura, aun así sólo puede solventar el asunto de su salvación ahora. Puede que algunos hallen consuelo en el concepto, si ello los consuela, su valor es evidente. Lo cierto es, sin embargo, que tanto los que creen en la reencarnación como los que no, pueden encontrar el camino que conduce a la salvación. Por lo tanto, no puede considerarse que sea una idea esencial en el programa de estudios. Siempre existe cierto riesgo en ver el presente en función del pasado. Mas siempre hay algo bueno en cualquier pensamiento que refuerce la idea de que la vida y el cuerpo no son lo mismo.


Hemos repetido en muchas ocasiones que alguien que haya aceptado perfectamente la Expiación para sí mismo puede sanar el mundo. En efecto, ya lo ha hecho. La tentación podrá volver a acosar a otros, pero nunca a Ése. Él se ha convertido en el Hijo de Dios resucitado. Ha vencido a la muerte al haber aceptado la Vida. Se ha reconocido a sí mismo tal como Dios lo creó, y al hacerlo, ha reconocido que toda cosa viviente forma parte de él. Ahora su poder es ilimitado porque es el Poder de Dios. De esta manera, su nombre se ha convertido en el Nombre de Dios, pues ya no se considera a sí mismo separado de Él. ¿Qué significa esto para ti? Significa que al recordar a Jesús está recordando a Dios.


La curación y la Expiación no están relacionadas: son lo mismo. No hay grados de dificultad en los milagros porque no hay grados de Expiación. Éste es el único concepto total que es posible en este mundo porque es la fuente de una percepción completamente unificada. La idea de una Expiación parcial no tiene sentido, del mismo modo como es imposible que haya ciertas áreas en el Cielo reservadas para el infierno. Acepta la Expiación y te curarás. La Expiación es la Palabra de Dios. Acepta Su Palabra, y ya no quedará nada que pueda dar lugar a la enfermedad. Acepta Su Palabra y todo milagro se habrá realizado. Perdonar es curar. El maestro de Dios ha decidido que aceptar la Expiación para sí mismo es su única función. ¿Qué puede haber, entonces, que él no pueda curar? ¿Qué milagros se le podría negar?


Estrictamente hablando, las palabras no juegan ningún papel en el proceso de curación. El factor motivante es la oración o petición. Recibes lo que pides. Pero esto se refiere a la oración del corazón, no a las palabras que usas al orar. A veces las palabras y la oración se contradicen entre sí; otras veces coinciden. Eso no importa. Dios no entiende de palabras, pues fueron hechas por mentes separadas para mantenerlas en la ilusión de la separación. Las palabras pueden ser útiles, especialmente para el principiante, ya que lo ayudan a concentrarse y a facilitar la exclusión, o al menos el control, de los pensamientos foráneos. No olvidemos, no obstante, que las palabras no son más que símbolos de símbolos. Por lo tanto, están doblemente alejadas de la realidad.


¿cómo se puede reconocer la paz de Dios? La paz de Dios se reconoce al principio sólo por una cosa: desde cualquier punto de vista es una experiencia radicalmente distinta de cualquier experiencia previa. No trae a la mente nada que haya sucedido antes. No evoca nada que se pueda asociar con el pasado. Es algo completamente nuevo. Existe ciertamente un contraste entre esta experiencia y cualquier experiencia del pasado. Pero curiosamente, no es éste un contraste que esté basado en diferencias reales. El pasado sencillamente se desvanece, y la quietud eterna pasa a ocupar su lugar. Eso es todo. El contraste que se había percibido al principio sencillamente desaparece. La quietud se ha extendido para cubrirlo todo.


Todos los conceptos que abrigas acerca de ti mismo y de tus hermanos; todos tus temores acerca de situaciones futuras y toda tu preocupación por el pasado tienen su origen en la injusticia. He aquí el cristal que, al ponerse ante los ojos del cuerpo, deforma la percepción y trae testigos de un mundo distorsionado a la mente que inventó el cristal y que en tanta estima lo tiene. Así, selectiva y arbitrariamente, es como se forja cada concepto del mundo. Los "pecados" se perciben y se justifican mediante un cuidadoso método selectivo del que está ausente toda idea de totalidad. El perdón no tiene cabida en tal esquema, pues no hay ni un solo "pecado" que no parezca si no ser verdad eternamente. La salvación es la justicia de Dios. La salvación reinstaura en tu conciencia la integridad de todos los fragmentos que percibes como desprendidos y separados.


Hasta que el maestro de Dios no haya dejado de confundir las interpretaciones con los hechos y las ilusiones con la verdad, no podrá tener lugar una corrección de naturaleza duradera, que es a la única a la que se le puede llamar verdadera corrección. Si discute con su alumno acerca de un pensamiento mágico,ataca dicho pensamiento, trata de probar que es erróneo o demostrar su falsedad, sólo estará dando testimonio de su realidad. Esto conduce inevitablemente a la depresión, pues habrá "probado" tanto a su alumno como a sí mismo que la tarea de ambos es escapar de lo que es real. Y esto es de todo y punto imposible. La realidad es inmutable. Los pensamientos mágicos no son sino ilusiones. Pues, de no ser así, la salvación no sería más que el mismo sueño irrealizable de siempre, sólo que con una nueva fachada. El sueño de la salvación, en cambio, tiene un nuevo contenido, y la diferencia entre ambos no estriba sólo en la forma.


Tal vez sea útil recordar que nadie puede enfadarse con un hecho. Son siempre las interpretaciones las que dan lugar a las emociones negativas, aunque éstas parezcan estar justificadas por lo que aparentemente son los hechos o por la intensidad del enfado suscitado. Éste puede adoptar la forma de una ligera irritación, tal vez demasiado leve como para ni siquiera poderse notar claramente. O puede también manifestarse en forma de una ira desbordada acompañada de pensamientos de violencia, imaginados o aparentemente perpetrados. Esto no importa. Estas reacciones son todas lo mismo. Ponen un velo sobre la verdad, y esto no puede ser nunca una cuestión de grados. O bien la verdad es evidente, o bien no lo es. No puede ser reconocida sólo a medias. El que no es consciente de la verdad no puede sino estar contemplando ilusiones.


Para un maestro de Dios avanzado esta pregunta es irrelevante. No tiene un programa fijo, pues las lecciones cambian de día en día. Pero el maestro de Dios, está seguro de una sola cosa: las lecciones no cambian al azar. Al darse cuenta de esto y entender que es verdad, el maestro descansa contento. Se le dirá cuál ha de ser su papel, hoy, mañana y siempre. Y aquellos que compartan ese papel con él le encontrarán para que juntos puedan aprender las lecciones de ese día. Nadie de quien él tenga necesidad estará ausente; no se le enviará nadie que no tenga un objetivo de aprendizaje ya establecido y que pueda aprender ese mismo día. Para el maestro de Dios avanzado esta pregunta es, por consiguiente, superflua. Ya la planteó y ya se le contestó, y él se mantiene en continuo contacto con la Respuesta.


Tú que a veces estás triste y a veces enfadado; tú que a veces sientes que no se te da lo que te corresponde y que tus mejores esfuerzos se topan con falta de aprecio e incluso desprecio, ¡abandona esos pensamientos tan necios! Son demasiado nimios e insignificantes como para que sigan ocupando tu santa mente un solo instante más. El Juicio de Dios te espera para liberarte. ¿Qué puede ofrecerte al mundo---independientemente de cómo juzgues sus regalos---que tú prefieres tener? Serás juzgado, y juzgado con equidad y honestidad. Dios no conoce el engaño. Sus promesas son seguras. Recuerda sólo eso.


Mientras el perdón no sea completo, el mundo seguirá teniendo un propósito. Es el hogar donde nace el perdón, donde crece y donde se vuelve más fuerte y abarcador. Aquí se le alimenta, pues es aquí donde se le necesita. Un benévolo Salvador, nacido donde el pecado fue concebido y donde la culpabilidad parecía real. Éste es Su hogar porque aquí ciertamente se le necesita. Él trae Consigo el fin del mundo. Es a Su llamada a la que los maestros de Dios responden, dirigiéndose a Él en silencio para recibir Su Palabra. El mundo acabará cuando todas las cosas que hay en él hayan sido correctamente juzgadas mediante Su juicio. El mundo acabará con la bendición de la santidad sobre él. El mundo desaparecerá cuando ya no quede ni un solo pensamiento de pecado. No será destruido, ni atacado y ni siquiera sufrirá el más mínimo rasguño. Simplemente dejará de parecer que existe.


Se tiene que haber aprendido mucho, tanto para darse cuenta de que el mundo no tiene nada que ofrecer como para aceptar este hecho. ¿ Qué puede significar el sacrificio de lo que no es nada? No puede significar que como resultado de ello tengas menos. De acuerdo con el pensar del mundo, no hay sacrificio que no incluya al cuerpo. Piensa por un momento en aquello a lo que el mundo llama sacrificio. El poder, la fama, el dinero, los placeres físicos, ¿quién es el "héroe" que posee todas esas cosas? ¿Qué significado podrían tener excepto para un cuerpo? Mas un cuerpo no puede evaluar. Al ir en pos de tales cosas, la mente se identifica con el cuerpo, negando su identidad y perdiendo de vista lo que realmente es. Una vez que se ha producido esta confusión, a la mente le resulta imposible entender que todos los "placeres" del mundo no son nada.


¿Por qué es necesaria la ilusión de que hay muchos? Únicamente porque para los ilusos la realidad no es comprensible. Son muy pocos los que pueden oír la Voz de Dios, y ni siquiera éstos pueden comunicar Sus mensajes directamente por medio del Espíritu que se los dio. Necesitan un medio a través del cual puedan comunicarse con aquellos que no se dan cuenta de que son espíritu. Un cuerpo que éstos puedan ver; una voz que comprendan y escuchen sin el temor que la verdad suscitaría en ellos. No olvides que la verdad sólo puede llegar allí donde se le da la bienvenida sin temor. Por eso es porque los maestros de Dios necesitan un cuerpo, pues, de otra manera, su unidad no se podría reconocer directamente.


La paz es imposible para los que ven conflictos e inevitable para los que ofrecen paz. ¡Cuán fácilmente, pues, te puedes escapar del juicio que tienes acerca del mundo! No es el mundo lo que hace que la paz parezca imposible. El mundo que ves es lo que es imposible. No obstante, el Juicio de Dios acerca de este mundo distorsionado lo ha redimido y preparado para que le dé la bienvenida a la paz. Y la paz desciende sobre él en jubilosa respuesta. Ahora la paz puede estar aquí, ya que ha entrado un Pensamiento de Dios. ¿Qué otra cosa sino un Pensamiento de Dios podría tocar el infierno en Cielo sólo por ser lo que es? La tierra se postra ante su Presencia, que llena de gracia se inclina en respuesta, para elevarla de nuevo. Ahora la pregunta es diferente. Ya no es: '¿ Es posible la paz en este mundo?", sino: "¿Cómo sería posible que no hubiese paz aquí?"