La mente es un campo de batalla donde el enemigo construye las obsesiones y las fantasias catastróficas más perversas para destruir la vida de los seres humanos. Cuando permitimos que Dios entre a nuestro corazón él inicia un proceso de purificación de todo nuestro ser y cuando nuestra mente la sometemos a nuestro Señor Jesucristo, él la renueva de manera extraordinaria y sorprendente.