Los riesgos
ESCUCHAR: Nehemías 11:2 (La Palabra)
Bendijo el pueblo a todos aquellos que se ofrecieron voluntariamente para residir en Jerusalén.
PENSAR: Las familias sorteadas (una de cada diez) y quienes decidieron repoblar la ciudad de Jerusalén en tiempos de Nehemías, sabían que debían mantener un orden y disciplina para que la ciudad funcionara. Las calles y plazas públicas debían estar limpias, la gente tenía que organizarse para los asuntos de la polis, de la realidad política de la ciudad. El pueblo los bendijo, porque debían ser gente dispuesta a vivir en orden y disciplina, gente valiente, arrojada y decidida.
La ciudad habría de ser blanco de ataques. Así, aquellos pobladores tomaban valientemente el riesgo de ser pueblo de Dios. Hoy en día también, toda persona que decide formar parte del pueblo de Dios por la fe en Cristo, se somete a un orden y disciplina, y también es blanco de ataques. Quienes formamos parte de una iglesia evangélica en América Latina sabemos qué significa dar la cara y asumir la identidad de ir en contra de la corriente de la sociedad.
La gente que pertenece al pueblo de Dios por la fe tiene que someterse al orden y disciplina de vivir gobernados por la palabra de Dios, y también sabe que puede recibir ataques por su decisión de vivir como pueblo de Dios.
Por eso hay que tener puesta toda la armadura de Dios. El corazón debe estar guardado con la coraza de justicia, la retaguardia asegurada con el cinto de la verdad, la cabeza (nuestro entendimiento) guardado con el casco de la salvación, calzados los pies con el evangelio de la paz, listos para caminar en la misión, protegidos con el escudo de la fe, y tomando la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Sólo así podemos enfrentar los riesgos que implica vivir en esta Jerusalén de Dios.
Recordemos que cada vez que en el Antiguo Testamento se habla de Jerusalén, pensamos en la iglesia, que es el pueblo de Dios por la fe en Cristo. La Jerusalén que en tiempos de Nehemías está siendo reconstruida representa hoy a la iglesia, que necesita nuestro compromiso para la reconstrucción.
En esta reconstrucción hay riesgos que hay que asumir con compromiso. Reafirmamos nuestro pacto de vivir como iglesia una vez más. Puestos los ojos en Jesús, y vestidos con toda la armadura de Dios, para resistir los ataques del enemigo de nuestras almas.
ORAR: Señor, que hoy podamos asumir valientemente los riesgos de ser pueblo tuyo en medio de una sociedad hostil. Danos toda tu armadura, para resistir este tiempo tan desafiante. Amén.
IR: Nuestra manera de vivir debe testificar del gran amor de Dios por su mundo.