Tradicionalmente, el cristianismo ha mantenido que Dios tiene control de la historia humana. Esa historia tiene un comienzo y un final al que camina de forma lineal, sin rodeos, ni vueltas, ni momentos cíclicos. Sin embargo, la fe cristiana no explica si Dios es también responsable de las grandes catastrofes históricas. Los genocidios, las ideologías totalitarias, los autócratas y tiranos, el racismo institucional, el expansionismo militar y la explotación humana, son convenientemente dejados fuera del supuesto "plan de Dios". En un reciente comentario editorial para The New York Times, Ross Douthat se plantea preguntas difíciles sobre las aparentes preferencias históricas de Dios y que hubiera sucedido si el desenlace de algunos hechos importantes hubiera sido diferente. Al parecer, afirmamos que la historia es de Dios cuando nos favorece y se la entregamos al diablo cuando no es adversa. Interesantemente, el plan de Dios para la historia del mundo reside en Jesucristo y sus desenlaces no son siempre convenientes.
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