La espectativa en el llamado "mundo desarrollado" era que los valores democráticos de sus sociedades industrializadas fueran normativos a medida que los países "pobres" se hicieran más ricos. Un interesante artículo de la revista británica The Economist asegura que no es así. De hecho, los valores democráticos e industrializados continuan brillando por su ausencia en la mayoría de los países del mundo. Algunos incluso creemos que ya existe un rechazo tácito de esos valores incluso en segmentos de la población del mundo industrial. Algunos inocentemente creyeron que las masas cambiarían sus creencias y religiones ascentrales por las propuestas del libre mercado. Esta pretensión fallida llena de inseguridad a muchos que no pueden ahora prever un futuro optimista para el mundo. En medio de todo eso, la propuesta del evangelio sigue siendo abrazar valores del orden divino.
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