

Por lo que a ustedes toca, todos los cabellos de su cabeza están contados. No teman, pues, porque ustedes valen mucho más que todos los pajarillos


La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás.


“Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme”


“Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.


Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá.


“Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.


Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos.


¡Ay de ti, ciudad de Corozaín! ¡Ay de ti, ciudad de Betsaida! Porque si en las ciudades de Tiro y de Sidón se hubieran realizado los prodigios que se han hecho en ustedes, hace mucho tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza.


La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos.


“Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.


¿Quién será, pues, éste del que oigo semejantes cosas?” Y tenía curiosidad de ver a Jesús.


Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar enfermedades.


¿De qué discutían por el camino?” Pero ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido sobre quién de ellos era el más importante.


Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios.




“Mujer, ahí está tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí está tu madre”.


Señor, yo no soy digno de que tú entres en mi casa. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano.




Vino la creciente y chocó el río contra aquella casa, pero no la pudo derribar, porque estaba sólidamente construida.


¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo?


No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.


He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.


Por aquellos días, Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en oración con Dios.


“Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado: el bien o el mal, salvar una vida o acabar con ella?”